jueves, 5 de junio de 2014

FOMO: la nueva patología social

Suena el despertador, te levantas y mientras te limpias las legañas aprovechas para mirar el móvil y comprobar los últimos posts y tuits que tus contactos han colgado en Facebook y Twitter. Antes de sentarte a desayunar, ya has marcado unos cuantos "me gusta" y otros tantos "favoritos", has hecho los primeros "retuits" y has colgado tu estado de humor en Facebook.

Fuente: unperiodistaenelbolsillo
La jornada continúa. Vas en el bus o en el metro y revisas cada dos por tres el celular a la espera de una nueva notificación o un nuevo "pío" que anime el camino al trabajo. En tu puesto, con el móvil silenciado, la comprobación de la actividad en las redes continúa. Siguen los "me gusta", el "compartir" y los "favoritos". Incluso notas cierto nerviosismo, si el ajetreo del día no te permite hacer todos los chequeos que consideres oportunos. De vuelta a casa estás al tanto de lo que hacen tus "amigos" a través de las actualizaciones de su "estado" y sientes un pellizco en el estómago porque tú no estás haciendo lo mismo que ellos, ya sea irse de fiesta o anunciar un compromiso. Al final del día, antes de irte a dormir, compruebas, por si acaso, si hay alguna novedad. ¿Te reconoces? Si es así, es probable que sufras de FOMO.

Incluido en el Diccionario de Oxford en 2013, FOMO es el acrónimo de "Fear Of Missing Out", en inglés "miedo a perderse algo". Se trata de un concepto relativamente moderno, aplicado a las personas que se preocupan porque otros puedan estar pasándoselo muy bien y disfrutando de experiencias sin ellos. Y se caracteriza por el deseo de estar conectado permanentemente a lo que los demás están haciendo[1].

En realidad, FOMO no es sino una nueva manifestación del tradicional miedo a la exclusión social. La única diferencia es que la irrupción de las redes sociales y, especialmente, de los smartphone han sobredimensionado esta ansiedad social y multiplicado sus efectos en el día a día de millones de ciudadanos. Una ansiedad que circula, además, en ambas direcciones. De un lado, saber qué están haciendo los demás en cada momento. De otro, la necesidad de compartir lo que hacemos cada segundo en la nube digital. Eso sí, con una clara distinción: sólo se comparte lo bueno con el fin de transmitir que tu vida es fabulosa.

Fuente: runtodream

¿Nueva adicción?
Es la era de la obsesión por la comunicación, de la obsesión por la comunicación social. Una realidad que en función de cómo se maneje conlleva efectos más negativos que positivos. "Tenemos que aprender nuevas habilidades para controlar el uso y disfrute de los medios sociales con moderación. Hasta que lo hagamos, es un arma de doble filo", explica el investigador y psicólogo, Andy Przybylski, miembro del equipo de investigación de la Universidad de Essex responsable de un estudio sobre FOMO publicado en la revista "Computers in Human Behavior"[2]. "El miedo a perderse algo no es algo nuevo, pero el aumento de las redes sociales ofrece una ventana a la vida de otras personas como nunca antes", añade.

Fuente: miscelaneanicohe
La ubicuidad y la inmediatez de las redes sociales provoca que seamos más conscientes que nunca de lo que no estamos haciendo o de lo que nos estamos perdiendo. La conexión social se impone al resto y fomenta la comparación de nuestra vida con la de los demás, fomentando los sentimientos de desconexión e insatisfacción. Si la situación escapa al control del usuario, esto puede derivar en procesos ansiedad y depresión, especialmente entre los jóvenes de entre 18 y 34 años, que es el grupo social más propenso a sufrir de FOMO.

Como ya hemos apuntado, el miedo a la exclusión social no es algo nuevo. Sí lo es, por el contrario, el efecto que las redes sociales y la interconexión sostenida y continuada tienen en él. Las investigaciones, estudios y encuestas realizadas al respecto hasta la fecha apuntan a que estamos ante un nuevo tipo de adicción. Sirvan unos datos como ejemplo: se calcula que una persona mira su teléfono móvil una media de 150 veces al día, esto es una vez cada seis minutos; el 27 por ciento consulta las redes sociales nada más levantarse por la mañana y el 56 por ciento sufre ansiedad si no puede conectarse a Internet para estar al corriente de los últimos eventos o noticias. ¿Estamos, pues, ante un comportamiento adictivo o se trata simplemente de una nueva etiqueta?[3].

Fuente: paperblog
Guía de supervivencia
A la espera de la evolución de este fenómeno, puedes comprobar tu nivel de FOMO realizando el test de la web www.ratemyfomo.com. Si el resultado es afirmativo, aquí te dejamos diez pasos para superar el "miedo a perderse algo", recogidos por el periodista de La Vanguardia Piergiogio M. Sandri en su artículo "Diagnóstico FOMO", publicado el pasado mes de enero.

  1. Limita. Consulta el correo sólo durante un tiempo determinado, en el horario laboral. Los demás sabrán que estás disponible únicamente en esta franja horaria.
  2. Apaga. Desconecta el móvil al menos un rato al día, cuando no es imprescindible.
  3. Planifica. Reserva un momento específico para las redes sociales. Te ayudará a controlarte y disciplinarte.
  4. Relativiza. ¿Seguro que los que están colgando fotos en las redes sociales se lo están pasando mejor que tú? ¿No deberían tener algo mejor que hacer?
  5. Analiza. Recuerda: no es un trastorno médico (todavía). El deseo de estar al día siempre ha existido. Trata de asumir el fenómeno en la justa medida. Sin dramatizar.
  6. Prioriza. El FOMO no es algo sólo negativo. Lo que echas de menos te da pistas para entender qué es lo que realmente consideras importante.
  7. Escóndete. El hecho de desconectarse contribuye a causar cierto misterio y expectativas. ¡Te hace interesante!
  8. Véndete. Para gestionar tu reputación online de forma eficaz, mejor no estar todo el día conectado: tampoco da buena impresión. Dosificar es una estrategia de imagen.
  9. Defiéndete. Las marcas pueden conocer tus gustos si estás siempre online. Si no quieres que esto ocurra, tienes un motivo más para apagar el móvil.
  10. Aprende. Que no cunda el pánico. El FOMO suele ser algo transitorio. Es parte del aprendizaje inicial del uso correcto de la tecnología.

mrg

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